lunes, 21 de septiembre de 2015


EL TIEMPO


Después de muchos años
lo ha visto de pronto pasar
junto a ella mientras pasea por la ciudad,
y un relámpago
le ha sacudido el cuerpo entero.
Ella lo recuerda aún con pasión
a pesar del transcurso del tiempo
y de vivir un estable y apacible matrimonio.
Pero los residuos de aquel primer amor
están ahora asaltándola, embistiéndola,
entonces decide deshacer el camino
y volver a su encuentro.
A paso ligero recupera pronto su estela,
ya lo tiene cerca, casi a su altura,
se regodea en el ardoroso juego de perseguir
su semblante, su caminar.
¿Qué le dirá ahora cuando le dé alcance
y lo llame por su nombre?
Pero el otro, mientras ella se lo piensa,
vuelve con indiferencia la cabeza, no la reconoce,
y la despechada a su vez tampoco.
Todo ha sido un espejismo
deformado por el paso el tiempo,
pues la imagen de su marido
se superpone entre ambos
y crea ahora una barrera infranqueable,
de tal manera que a la presunta confundida
no les resta otra alternativa
que una amable disculpa.

(Fotografía: Carmen Molina Cantabella.  www.cantabella.es )








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