NO
MÁS CUENTOS
Perdona el atrevimiento
Caperucita,
pero no me creo tu cuento.
No entiendo los motivos
que debiera tener el lobo para
comerte,
quizás todo haya sido un
juego por su parte,
un divertimento, pues la
aburrida atmósfera del relato
no invita a pensar otra cosa.
Ahora, el pobre lobo
anda por el bosque muy
deprimido,
algunas noches, cuando me voy
a dormir
viene hasta mi cabaña, y
junto a mi almohada,
me cuenta su episodio de otra
manera,
en realidad no tiene nada que
ver
con lo que cuentan los
hermanos Grimm,
ya sé que la culpa no es
tuya,
pero siempre te hiciste la
mártir.
Aunque no sufras, si te sirve
de consuelo
yo también considero
que la historia de mi vida
es igualmente muy poco
probable,
como la tuya, y la de tanta
gente,
por eso suelo escuchar
con
atención a ese
pobre lobo,
sin embargo, no creas
que soy tan ingenuo,
con él tengo mis reservas,
no vaya a ser que una noche de
esas
que viene a mi lado
a contarme sus pesares,
se me ocurra susurrarle al
oído:
que qué boca más grande
tiene,
y me conteste:
que
para comerte mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario